LA DEHESA

Un modelo para el desarrollo sostenible

 

 

                                                                                   Carlos Jurado Carmona

A caballo entre las serranías del norte de Huelva, Sevilla y Córdoba se encuentra el espacio conocido como Dehesas de Sierra Morena, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2002. El particular aprovechamiento agropecuario de la zona, así como la gran riqueza natural que albergan han favorecido esta declaración.

 

Dentro del monte mediterráneo merece una mención especial la dehesa, resultado de la intervención del hombre sobre la vegetación, aclarando la arboleda y limpiando el matorral, a fin de obtener zonas para la siembra, pastoreo para el ganado y recogida del ramón de los árboles. Su existencia y su pervivencia en el tiempo dependen de que todos entendamos que el principal rasgo de las dehesas es su carácter integral, es decir que sea un sistema de explotación múltiple: agrícola, ganadero y forestal. Y como tal hemos de entenderlo y gestionarlo.

La dehesa es el más claro rasgo de una modificación del paisaje por parte del hombre, entendiendo que este paisaje no es natural, pudiendo decir que se ha domesticado el monte mediterráneo. Estamos hablando de un ecosistema de creación humana. El hombre se empeñó de arrebatarle tierras al bosque.

La dehesa ha llegado a constituir un elemento de gran importancia económica, ecológica y paisajística, siendo quizá la única ocasión en que la intervención del hombre en el medio forestal mediterráneo ha tenido un resultado perdurable, beneficioso a corto y a largo plazo, y embellecedor del territorio.

 

La palabra dehesa viene del término latino defensa, que es el nombre que se le daba a un área acotada y protegida de ser pastada por animales salvajes y reservada para la alimentación y el descanso del ganado doméstico.

Su historia tiene orígenes remotos, iniciándose en el Neolítico con el desarrollo de la agricultura y ganadería. Posteriormente, en la Edad Media, la concesión de privilegio por Alfonso X el Sabio a la Mesta en el año 1273, constituye un hecho decisivo en la creación de este tipo de paisaje. Durante la Reconquista una amplia franja de territorio, frontera entre los reinos cristiano y musulmán, era desaprovechado para cultivar y aprovechado por los pastores norteños que se asentaban en ellas durante la estación fría. El uso y explotación del terreno conquistado se le concedió a las Órdenes Militares, los Señores Feudales y los Consejos de Realengo. Como consecuencia de esto y de la sucesión de desamortizaciones aparecieron las grandes propiedades personales. Este hecho propició según algunos estudios la conservación de las dehesas.

 

El paisaje de la dehesa se caracteriza por presentar una considerable extensión de terreno poblado por quercus, principalmente por encinas y/o alcornoques y con menor frecuencia quejigos y acebuches, y esporádicamente, pino piñonero y rebollo. Esta vegetación soporta un clima muy exigente: veranos muy calurosos con marcadas sequías y un invierno frío; aprovecha un suelo pobre, cumpliendo con una función enriquecedora para el terreno y el entorno, aportando pastos en las temporadas húmedas, ramas procedentes de la poda, bellotas, corcho, sombra para el ganado, etc.

Cuenta también con una importante vida animal, tanto doméstica como salvaje. En sus dominios se lleva a cabo una ganadería extensiva, con sus variedades porcinas, ovinas, caprinas o vacunas. Igualmente sacan provecho especies cinegéticas como la perdiz, la codorniz o la paloma torcaz entre otras aves, además de mamíferos como el ciervo, el jabalí, el conejo, etc.

El mantenimiento y conservación de las dehesas en Andalucía está gravemente amenazada por una serie de causas que pueden romper el equilibrio establecido entre la conservación y el aprovechamiento de sus recursos naturales. La edad media del arbolado no es muy elevada, pero hay carencia de individuos jóvenes. El 43% del arbolado presenta grados de defoliación. Por otra parte, tenemos que hacer mención al poco mantenimiento de las mismas y al haber poca trashumancia y  poco ganado se está originando la matorralización de las mismas.

Las dehesas tienen  una gran importancia ambiental, contribuyendo a la prevención de incendios, debido al tipo y distribución del arbolado y al grado bajo de matorrales, mejorando la calidad del aire y las condiciones climáticas, conservando y manteniendo espacios de flora y fauna. No podemos olvidar que su paisaje está marcado por la mano del hombre. En estos últimos años tienen una gran importancia en ella sus usos recreativos, el turismo rural y el ecoturismo. También tienen usos educativos, culturales y científicos.

Hace más de una década,  con el objetivo de implicar a la sociedad y a las administraciones en la supervivencia de las dehesas, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía aprobó un acuerdo por el que se promovió el Pacto Andaluz por la Dehesa, con el cual se solicitó la adhesión a una amplia representación de instituciones y organizaciones sociales, empresariales, agrarias y ecologistas de la comunidad autónoma.

Hoy día las dehesas suponen la principal actividad generadora de renta y empleo en amplias zonas del medio rural, contribuyendo a evitar el despoblamiento de estos territorios. La protección de las mismas y su entorno socioeconómico forma parte de las prioridades del desarrollo rural y de conservación de la naturaleza.

Para terminar, decir que tenemos que difundir los valores de las dehesas, apoyando económicamente actuaciones encaminadas a hacer posible su preservación y, por supuesto, desarrollar los instrumentos administrativos, normativos y de gestión necesarios para que este patrimonio natural se mantenga por los siglos, disfrutando de él y generando riqueza.